En la era actual la tecnología ha hecho que todos tengamos la capacidad de tomar fotos con cierta facilidad. Esto se suma a la imperante necesidad de inmediatez y a la falta de una actitud reflexiva, provocando que muchas cosas carezcan de la profundidad deseable, especialmente cuando hablamos de Arte.

A menudo nos centramos demasiado en capturar lo que es visualmente atractivo o llamativo a primera vista, sin ir un poco más allá.

Sin embargo, creo que lo que hace que una fotografía sea impactante y significativa va más allá de lo evidente. 

Que sea memorable necesita de algo más que una agradable estética. 

Pienso que la Fotografía cobra relevancia cuando trata de transmitir algún tipo de sentimiento, que haya detrás una posible historia o al menos un indicio de ella, que se pueda establecer una conexión o mostrar alguna emoción.

Todo esto implica que quien haga fotos debería usar más su intuición y sensibilidad para tratar de descubrir los detalles y elementos que provocan emociones y que prenden historias. 

Esto requiere de una mayor capacidad de observación, de un esfuerzo de entender el contexto y de una búsqueda constante de capturar momentos auténticos. En lugar de limitarse a lo superficial, a lo rápido, a lo inmediato, en definitiva, a lo fácil. 

Creo que es muy importante buscar y usar el poder comunicativo de una imagen.

Es curioso como esta idea puede sobrepasar el ámbito de la fotografía y ser aplicada a la vida en general.

En nuestras interacciones cotidianas, es fácil juzgar o reaccionar ante lo que vemos de manera obvia y, por ello, con frecuencia nos perdemos las sutilezas y las emociones que se esconden en las personas y en las situaciones. Adoptar esta manera de pensar y actuar, que para mi es ideal, implica tomarse tiempo. 

Tiempo para analizar, para comprender y para empatizar, intentando ir un poco más allá de las apariencias externas.

David Alan Harvey resalta la importancia de mirar más allá de la superficie y profundizar en lo que una imagen o una situación realmente comunica. Si aplicáramos lo que dice la frase, no solo haríamos mejores fotografías, sino que también desarrollaríamos una habilidad para conectar de manera más auténtica con el mundo que nos rodea.

Harvey comenzó su carrera como fotoperiodista en la década de 1960, cubriendo eventos como la guerra de Vietnam. En 1972 se unió a la agencia Magnum Photos, una de las agencias más prestigiosas en el mundo de la fotografía documental. Ha viajado por todo el mundo, fotografiando diversas comunidades y culturas.

Una parte importante de la obra de Harvey se centra en América Latina. 

Su proyecto "Divided Soul" se adentra en la vida de las comunidades afrodescendientes en el Caribe y América Latina. Su trabajo sobre las tradiciones culturales en países como Cuba, Brasil y México refleja su habilidad para capturar momentos muy especiales.

Otra de sus series más conocidas es "Based on a True Story", en la que explora la vida cotidiana en la ciudad de Nueva York, donde él reside. Harvey también es conocido por realizar proyectos a largo plazo, lo que le permite sumergirse profundamente en las historias y las personas que fotografía.

La frase "No dispares a lo que parece, hazlo a lo que transmite" refleja su filosofía artística de ir más allá de lo superficial y capturar la esencia emocional.

David Alan Harvey ha influido en numerosos fotógrafos con su estilo distintivo y su enfoque humano. Su trabajo ha sido ampliamente exhibido y publicado, y ha ganado numerosos premios a lo largo de su carrera. 

Su capacidad para contar historias a través de imágenes y su compromiso con la autenticidad y la empatía lo convierten en una gran figura de la fotografía documental.